El frió se coagula en un frió, dos copos se rebosan del sol
así sin oscuridad, pasión, felicidad, a través de un vidrio nublado.
Tres gotas caen de las nubes, un charco opaca la luz del agua.
No hay luna ni estrella, solo queda un vacío estrellado.
La cicuta se propaga en las manos, dos son los que se miran:
Uno es la cruz y el otro los clavos, y el hecho es la sangre viva.
Las cadenas gimen el dolor de la piel, no hay claros de luna, sonatas,
tártaros, cielos, sinfonías, solo queda las notas estrelladas sobre el papel.
Así sin más, el reflejo observa su persona, y el cristal no resiste la soledad.
Se fractura en el piso y se vuelve a armar con un soplo de tu aliento.
Corta las paredes cuando vuelan, y ellas se desangran en pintura.
Las gotas vuelan y viajan a través del magnífico sabor de tu viento,
pintándolo de carmesí, el verdadero color de la aventura.
Se vuelven uno bajo la lluvia, y esta los seca de inmediato.
Nada se compara a su nieve pura y espesa, como el abrigo de los inviernos.
El verano se ha olvidado entre los poemas de los sortilegios
Y el otoño revive en primavera dejando los malos enterrados
bajo la luna de una noche de un eterno presente, que nunca se ha acabado.
así sin oscuridad, pasión, felicidad, a través de un vidrio nublado.
Tres gotas caen de las nubes, un charco opaca la luz del agua.
No hay luna ni estrella, solo queda un vacío estrellado.
La cicuta se propaga en las manos, dos son los que se miran:
Uno es la cruz y el otro los clavos, y el hecho es la sangre viva.
Las cadenas gimen el dolor de la piel, no hay claros de luna, sonatas,
tártaros, cielos, sinfonías, solo queda las notas estrelladas sobre el papel.
Así sin más, el reflejo observa su persona, y el cristal no resiste la soledad.
Se fractura en el piso y se vuelve a armar con un soplo de tu aliento.
Corta las paredes cuando vuelan, y ellas se desangran en pintura.
Las gotas vuelan y viajan a través del magnífico sabor de tu viento,
pintándolo de carmesí, el verdadero color de la aventura.
Se vuelven uno bajo la lluvia, y esta los seca de inmediato.
Nada se compara a su nieve pura y espesa, como el abrigo de los inviernos.
El verano se ha olvidado entre los poemas de los sortilegios
Y el otoño revive en primavera dejando los malos enterrados
bajo la luna de una noche de un eterno presente, que nunca se ha acabado.
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